Historia del Barrio
Algo de Historia de El camino de Chasna
Descripción del camino
El camino de Chasna ha
sido una de las principales rutas históricas de Tenerife. Este camino partía de
la villa de La Orotava y ascendía hasta El Portillo para luego bordear el circo
de Las Cañadas, atravesar la vertiente en la Degollada de Guajara y, por
último, descender por dos ramales hasta Granadilla y Chasna (Vilaflor), desde
donde se podía seguir la ruta hasta otros pueblos de esa parte de la isla. Es
decir, es uno de los caminos que iban de banda a banda, que comunicaban algunas
comarcas del norte y sur de Tenerife, atravesando la cordillera dorsal por los
pasos de montaña o "degolladas".
A pesar de que los
caminos de banda a banda recibieron siempre una escasa atención por parte de
las autoridades locales y, apenas se realizaron algunas reformas y
acondicionamiento de los tramos inferiores, porque atravesaban el término
agrícola de los pueblos, sobre el Camino de Chasna se dispone de una
información relativamente abundante, tanto de su trazado como de sus usos
principales. Además del trabajo de campo, que ha permitido reconstruir el
trazado que seguía esta ruta en fechas relativamente recientes, el trazado
tradicional de esta vía puede documentarse a través de las numerosas
descripciones de viajeros de los siglos XVIII y XIX.
El camino de Chasna
era la ruta usual de los viajeros y turistas que acudían a visitar el Teide
partiendo desde La Orotava o el Puerto de la Cruz, y por ello las crónicas y
relatos de viajes aportan un buen número de descripciones de esta primera etapa
del camino que concluía en El Portillo de Las Cañadas, permitiendo analizar la
evolución del paisaje, las variaciones en el trazado de la vía y los lugares de
descanso tradicionales donde los transeúntes paraban para abrevar el ganado,
cargar sus provisiones de agua y pernoctar. El resto del camino de Chasna, una
vez rebasado El Portillo, fue menos frecuentado por los viajeros que visitaban
la isla y consecuentemente hay menos información histórica disponible, aunque
siempre se puede contar con algunos relatos de viajes del siglo XIX y
principios del siglo XX y, además, con la precisa anotación de las geografías
descriptivas, guías turísticas y mapas de Tenerife que se han podido
recopilar.
El camino de Chasna
podía cubrirse en unas diez u once horas a lomos de mula, aunque lo frecuente
era hacerlo en dos jornadas, descansando en algún punto intermedio. El trazado
del camino se dividía claramente en tres grandes etapas, señalizadas por puntos
de referencia o descansaderos que eran utilizados frecuentemente por los
transeúntes en su recorrido. Las tres etapas principales dividían el camino en:
a.
El tramo La Orotava-El Portillo.
b.
El tramo El Portillo-Degollada de Guajara.
c.
El tramo Degollada de Guajara-Vilaflor.
El primer tramo fue el
recorrido habitual de los naturalistas del XVIII y XIX. Arrancaba del barrio de
El Farrobo, en la parte alta de La Orotava, para dirigirse hasta la Fuente del
Dornajito, que constituía la primera parada de los transeúntes. Las
descripciones de viajeros y las guías turísticas de fines del siglo pasado
presentan algunas dificultades para determinar esta primera parte del trazado
del camino de Chasna, pues desde fines del XIX las ascensiones al Teide
comenzaron a efectuarse por la carretera de La Perdoma hasta el barrio de Palo
Blanco. A partir de ahí se ascendía hasta El Portillo. Este camino alternativo
permitía acortar la ruta y hacerla más fácil.
No obstante, siguiendo
algunas de las descripciones más antiguas y la cartografía disponible, se puede
reconstruir con cierta precisión el trazado primitivo del Camino de Chasna.
El camino atravesaba
en el último tramo el camino del Juradillo, una zona de cultivos, y se
encontraba vallado para impedir que los ganados pudiesen entrar en las fincas
colindantes. Aunque el camino se encontraba empedrado, la fuerte pendiente, el
transporte de troncos y la acción de las lluvias provocaban constantes
desperfectos en el firme, de los que nos hablan con reiteración los viajeros
que subían al pico del Teide.
El lugar conocido como
el Pino o Fuente del Dornajito constituía la entrada en el Monte Verde y era
una zona de descanso obligado en la ruta, como reflejan con gran detalle muchos
relatos de viajeros. La fuente del Dornajito se describe por primera vez en la
relación del viaje al Pico de Tenerife del naturalista Mr. Edems, quien efectuó
su ascensión en 1715; en la versión de esta crónica publicada por el abate
Prevost se incluye la siguiente descripción: "Siguiendo desde allí
al pie de la montaña, llegaron a un llano, que llaman los Españoles el
Dornagito en el Monte Verde", nombre que toma, según Prevost, de
un profundo agujero que se halla un poco más adelante sobre la derecha en que
cae un agua pura y fresca de las montañas. Bien fuera porque las descripciones
del valle de La Orotava y de la ruta de ascensión al Pico de Mr. Edems (1715) y
del padre Feuillée (1724) tuvieron cierto impacto cultural sobre los viajeros
que acudían a la isla buscando la ascensión al Teide, o bien debido a su
utilidad práctica y a la amenidad del paraje para realizar un primer descanso,
resultan ciertamente frecuentes las descripciones acerca de la fuente del
Dornajito y del pino que le servía de protección.
Alejandro de Humboldt
señalaba en su relato de la subida al Teide que estas aguas del Dornajito eran
célebres en Tenerife pues era la única fuente que se podía encontrar en la ruta
de ascenso hacia el volcán. De igual manera, el manuscrito del comerciante
portuense Bernardo Cólogan Fallon, quien ascendió al Teide en el mismo año que
Humboldt (1799), recoge una nueva descripción de la fuente, aunque la denomina
Fuente de La Perdoma, lo que hace suponer que para las gentes del país esta
fuente solía denominarse con el mismo nombre del caserío cercano de La Perdoma,
dado que servía de aprovisionamiento a sus habitantes. Cuando ascendió al Teide
Leopold Von Buch, en 1836, el pino del Dornajito, que protegía la fuente del
mismo nombre, estaba ya muy dañado como consecuencia del aluvión de 1826 y era
uno de los pocos exponentes que quedaban del bosque de pinos que había descrito
el padre Feuillée en 1724. El pino del Dornajito acabó desapareciendo a
mediados del siglo XIX como señala el mayor A. Burton Ellis en la crónica de su
ascensión al Teide, viaje que debió realizar entre 1870 y 1885.
A partir de la fuente
del Dornajito comenzaba inmediatamente el Monte Verde y después de salir de la
región de los helechos, el camino entraba en la zon a del pinar. visionamiento
a sus habitantes. Cuando ascendió al Teide Leopold Von Buch, en 1836, el pino
del Dornajito, que protegía la fuente del mismo nombre, estaba ya muy dañado
como consecuencia del aluvión de 1826 y era uno de los pocos exponentes que
quedaban del bosque de pinos que había descrito el padre Feuillée en 1724. El
pino del Dornajito acabó desapareciendo a mediados del siglo XIX como señala el
mayor A. Burton Ellis en la crónica de su ascensión al Teide, viaje que debió
realizar entre 1870 y 1885.
Al abandonar la zona
de los helechos el transeúnte encontraba en primer lugar una cruz de madera, que
marcaba la ruta del camino de Chasna, conocida como Cruz de la Solera, y luego
continuaba la ascensión hasta el Portillo. En algunos casos, como en la
ascensión de 1822 de M. Dumont D'Urville, se solía descansar en algunas cuevas
del camino, especialmente cuando se realizaba el ascenso durante el día y había
que esperar a que refrescase el tiempo antes de atravesar los calurosos llanos
de Las Cañadas.
Los puntos que
señalaban el camino en la segunda mitad del siglo XIX eran algunas cruces de
madera que marcaban el lugar donde habían sido encontrados los transeúntes que
habían muerto de frío en aquellas alturas, seguramente pobres del valle de La
Orotava que acudían a recoger leña de retama o que cargaban nieve de los pozos
del Teide e Izaña y habían sido sorprendidos por alguna tormenta.
Detalle del mapa de la isla de Tenerife
de
D. Tomás López, 1779
D. Tomás López, 1779
El Portillo constituía
el punto final de la primera etapa del camino de Chasna. Desde allí se desviaba
el camino al Teide a través del Llano de la Retama, en tanto que el camino de
Chasna continuaba hacia el sur bordeando el escarpe de Las Cañadas. Hasta la
construcción de la Carretera La Orotava-Vilaflor, el Portillo constituyó la auténtica
puerta de entrada en el circo de Las Cañadas para cualquiera que desease
dirigirse al Teide o continuar hacia las bandas del sur, partiendo desde el
valle de La Orotava. El mismo topónimo indicaba la naturaleza de este paso, que
se asemejaba a una puerta monumental formada por dos grandes pitones de lavas
entre los cuales discurría el sendero que daba entrada a Las Cañadas.
Parte del camino se ha
conservado, con algunas interrupciones, hasta nuestros días y, hasta la
construcción de la carretera La Orotava-Vilaflor (se inició en 1921, entre
1921-1925 se consiguió el enlace con Las Cañadas desde La Orotava y se concluyó
en 1947), era la principal vía de comunicación entre dos comarcas
complementarias, y por lo tanto era objeto de un tráfico relativamente
abundante que se mantuvo al menos hasta la década de 1940-50. No obstante el
abandono de la ruta antigua entre Vilaflor y La Orotava fue sólo parcial,
debido a que los usos residuales del camino continuaron perviviendo durante
cierto tiempo. Para el transporte de mercancías a lomos de mula, o para el
traslado de ganados entre las diferentes zonas de pasto, el antiguo camino
seguía presentando algunas ventajas que resultaban aún relevantes en la
postguerra debido al escaso número de vehículos a motor disponibles y el coste
de los carburantes. El camino ofrecía abrevaderos a lo largo de su recorrido y,
si bien tenía un trazado más abrupto, hay que señalar que era más corto, lo que
lo hacía preferible a las amplias vueltas que daba la carretera. Es por ello
que el camino de Chasna continuó utilizándose durante cierto tiempo y su
abandono definitivo resulta bastante reciente.
Dado su largo
recorrido, el camino de Chasna presentaba una gran variedad de usos que iban
más allá de la simple comunicación entre las bandas del norte y sur de
Tenerife, aunque esta fue siempre la funcionalidad principal de la ruta.
Aparte de servir de
comunicación, el uso más importante del camino fue el agrario ya que, a través
de él, los habitantes de una y otra banda intercambiaban o vendían productos
obtenidos en ambas vertientes. Así, por ejemplo, el sur de la isla se convirtió
en el granero del norte a causa del rápido crecimiento de la población de La
Orotava a partir de la primera mitad del siglo XVI, y de la especialización
agrícola de esta zona, primero en el cultivo del azúcar y luego en el del vino.
En los siglos XVIII y XIX los intercambios de semillas de papas fueron muy
importantes, y también se vendían en el Norte tanto fruta fresca como pasada
que llegaba sobre todo desde Vilaflor, junto con quesos y otros productos
ganaderos del sur. Precisamente, una de las personas entrevistada por nosotros,
D. Pedro Morales García, de 80 años, que vive en El Dornajito, nos contaba como
había recorrido el camino de Chasna llevando castañas en mulos para cambiarlas
por higos, en una zona de la vertiente sur antes de llegar a Guajara.
El camino de Chasna fue igualmente una ruta de pastoreo tradicional que permitía comunicar los pastos del valle de La Orotava con Las Cañadas y los montes y tierras baldías del sur de la isla. Las Cañadas y los montes del valle de La Orotava constituían una zona de pastoreo tradicional para el ganado, pues durante el verano eran muy numerosos los rebaños que acudían a aprovechar la vaina de retama en Las Cañadas y a ramonear en el Monte Verde de La Orotava.
En general, los
pastores del sur de Tenerife practicaban un sistema de trashumancia de banda a
banda que consistía en aprovechar los pastos de invierno de las costas del sur,
para pasar a los pastos de Las Cañadas durante la primavera y comienzos del
verano, y acabar asentados en los montes del valle durante el estío.
La práctica del pastoreo en los montes del valle de La Orotava hizo que los
pastores bajaran diariamente con sus rebaños a vender la leche por las calles
de La Orotava y Los Realejos, de manera que el camino conocía un trasiego
diario de ganados que bajaban desde los montes por la mañana para retornar al
mediodía al Monte Verde.
Otro uso importante
fue la explotación del monte que afectó a los tramos inferiores del camino de
Chasna y esencialmente la parte del Portillo a La Orotava. La elaboración de
carbón y leña constituía una actividad vital para los pobres del valle de La
Orotava que subsistían buena parte del año con la venta de estos productos, y
tuvo repercusiones negativas por la intensidad con que se hizo y, generalmente,
de forma clandestina. El trazado del camino de Chasna, de mucha pendiente,
favorecía la explotación maderera (de pino canario y de especies de la
laurisilva del monte verde). La explotación de la madera debió remitir
paulatinamente a medida que la intensa deforestación acabó con el pinar de la
parte alta del Valle, pero aún continuaba practicándose a comienzos del siglo
XX.
La explotación de los
recursos de las cumbres, además del pasto y la extracción de leña y madera,
incluía algunas actividades de menor consideración, que solían practicarse con
cierta frecuencia por los campesinos pobres de La Orotava. La demanda de hielo,
para la fabricación de sorbetes y limonadas, daba empleo a algunos que solían
recoger bloques de hielo en invierno y los conservaban en grutas situadas en la
montaña de Izaña o en las faldas del Teide, a donde acudían en verano para
bajar el producto y venderlo en las casas acomodadas. De igual manera se puede
detectar la explotación del azufre de las fumarolas del Teide, y en el primer
cuarto del siglo XX la explotación del cisco de retama, usado como mantillo
orgánico en las fincas de plataneras. Por otra parte, las extensas formaciones
de retamar, tajinaste y hierba pajonera de Las Cañadas, suponían el traslado de
las colmenas a las cumbres durante la primavera y comienzos del verano para
explotar la miel de retama.
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